JARDÍN BOTÁNICO

En la actualidad, rebasado claramente el siglo de su creación, con mínima documentación disponible para poder certificar la autoría del proyecto jardinístico (presumiblemente fue obra del arquitecto José María Aguilar, el mismo arquitecto encargado de los dos edificios de la Fundación), es de suponer, como punto de partida, que el jardín se construyese al finalizar la edificación del Colegio (1886), y que, por lo tanto, este sea el momento de la incorporación del catálogo florístico componente de la plantación original, del que perviven algunos ejemplares.
Lo cierto es que estamos ante un espacio de pequeñas dimensiones y sencilla traza, de estilo ecléctico, que combina, en sus diferentes compartimentos, la geometría con el paisajismo, teniendo su faceta más reseñable en la flora que alberga, caracterizada por su diversidad y monumentalidad.
Con fines descriptivos, el jardín puede ser estructurado en dos compartimentos: jardín antiguo y pradera arbolada. El jardín antiguo se desarrolla en torno al edificio escolar, constando de partes diferentes: una geométrica, encajada entre la fachada principal y la reja de cierre, compuesta de dos mitades de igual diseño y disposición simétrica, a lo largo de la avenida de entrada; y otra paisajista, constituída por una terraza y un talud, con cubierta de pradera.
La pradera arbolada, de más reciente creación, consta de dos zonas, separadas por una calle de paso: la superior, de menor dimensionalidad territorial e importancia florística; y la inferior, más grande, con una plantación vegetal multiespecífica en disposición reticulada.
Como fin, además de la personalidad que emana del inventario florístico, conviene tener presentes los atributos que aporta el mundo de la piedra, que contribuyen la valoración de la entidad del jardín: un edificio palaciego, construcción que actúa coma elemento ordenador; la reja y la muralla, estructuras delimitantes; la casa del bedel, destinada al personal de servicio la vigilancia; y las nuevas instalaciones educativas, la caseta de la caldera de la calefacción, el quemadero, la pérgola y la fuente-bebedero, piezas de menor dignidad fabricacional, no pertenecientes al proyecto inicial, la posterior incorporación de las cuales, para satisfacción de nuevas necesidades, produjo las conseguientes modificaciones, pero que a fin de cuentas, forman parte del jardín actual.